04/07/2018 2 Comentarios Desarrollo personal

A partir de hoy preocúpate con sentido, preocúpate selectivamente

Hoy quisiera hablar de un tema clave para mí a nivel personal y profesional: la preocupación. Durante mucho tiempo he caído en la trampa mental de preocuparme en exceso por mucho de lo que acontecía a mi alrededor. Está bien que uno se sienta responsable de su realidad e intente actuar siempre de una manera proactiva -esto es algo que siempre promulgo en este blog-, pero en su cierta medida. Necesitamos lograr un equilibrio para que esa preocupación no se convierta en un estrés perpetuo y desmedido. En este artículo te invito a que te preocupes con sentido, a preocuparte selectivamente. Y si a tu alrededor quedas de despreocupado, esa preocupación es suya. Te invito a que a partir de ahora tus preocupaciones tengan filtros. ¿Te quedas?Círculo de influencia y de preocupación

FUENTE DE LA IMAGEN: PIXABAY

El poder de nuestra mente y el factor tiempo

Como ya sabes, la mente es una máquina compleja que puede jugar en nuestra contra si no la entrenamos como es debido. Muchas de las preocupaciones que nos abordan a diario carecen de fundamento en la realidad: son imaginaciones, supuestos, hipótesis… que recrea nuestra mente y que intentan recordar una situación vivida o evocar una futura para modificarla. Tenemos más de 60 000 pensamientos al día y la mayoría son del día anterior, ¡preocupaciones!. ¿Sabéis el estrés que esto origina a nivel físico? Además, os habrá pasado que al fin y al cabo uno pasa más tiempo “meditando” sobre algo (fijaos en la connotación de “meditar” para los occidentales, usamos el verbo para describir “pensar” sobre algo en vez de “dejar que los pensamientos fluyan sin juzgarlos”, su significado real) que en realidad tomando acción. En definitiva, nuestro recurso más preciado es el tiempo, y no nos podemos permitir malgastarlo en preocupaciones.

La clave: el discernimiento

Erma Bombeck, una humorista y columnista estadounidense, señalaba que “La preocupación es como una mecedora: te mantiene ocupado, pero no te lleva a ninguna parte”. Razón no le faltaba.  Así pues, ¿cómo podemos avanzar en nuestro desarrollo personal para abandonar esta preocupación que no nos lleva a ninguna parte?

La clave está en el discernimiento. Tenemos que distinguir qué asuntos que nos preocupan están en nuestras manos y cuáles no. Limpiar de nuestra mente la basura mental que no podamos cambiar. Stephen Covey, autor de “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” (libro que os mostraré en la sección Libros que inspiran), sabía de la influencia que tiene esto en el éxito de las personas y nos lo hace ver en su libro en el primer hábito: Ser proactivo. Como os muestro en la siguiente imagen, él distinguía, dentro del círculo de “la preocupación”, donde no tenemos control directo, un “círculo de influencia”, que abarca el grupo de asuntos sobre el que sí podemos tener control directo para cambiar las situaciones que no nos agraden:

Círculo de influencia y de preocupación

Covey, además, nos señalaba que “trabajando sobre nosotros mismos en lugar de preocuparnos por las condiciones, podemos influir en las condiciones”.

Ampliar el círculo de influencia

Sabiendo esto, podemos entonces clasificar nuestras preocupaciones según el control que podemos ejercer sobre ellas: directo (que involucra nuestra propia conducta), indirecto (que involucra la conducta de los demás) o inexistente (problemas o situaciones ante las que no podemos hacer nada). Las dos primeras pertenecerían al círculo de influencia; la última, al de preocupación. De las dos primeras, puedes tomar acción. De la última, no, por lo que sácala de tu mente. Así:

  • Problemas de control directo: puedes resolverlos trabajando sobre tus hábitos. Ejemplos: estoy preocupado porque no pierdo peso; estoy preocupado porque no consigo ir 5 días a la semana al gimnasio; estoy preocupado porque cada vez duermo menos
  • Problemas de control indirecto: puedes resolverlos trabajando sobre tus métodos de influencia sobre los demás. Ejemplos: estoy preocupado porque no sé si me darán el ascenso; estoy preocupado por cómo se tomará mi hermana lo que le he comentado; estoy preocupado por cómo se ha visto la presentación que he dado esta mañana
  • Problemas de control inexistente: solo puedes aceptarlos y aprender de ellos. Ejemplos: estoy preocupado porque me han echado del trabajo y ya no hay vuelta atrás; estoy preocupado por la muerte de mi perro; estoy preocupado por el estado del vuelo de Ryanair

Todo se resume en que “Ante la preocupación, ocupación”, como dice mi proactiva madre. Espero que a partir de hoy te comprometas a invertir más energía en tu círculo de influencia y que, ante las preocupaciones, las categorices y deseches mentalmente aquellas sobre las que no tienes control pero sí te ocupes sobre las que tienes control directo e indirecto.

¿Cómo vives tú las preocupaciones? ¿En cuál de los dos círculos te encuentras más o menudo? ¿Te ha servido el post de hoy?  Cuéntamelo en Comentarios, ¡estoy deseando saberlo!

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